La peor parte emocionalmente hablando, para mí, está siendo esta. Físicamente cada día me siento mejor, con más energía. Cada día me cuesta menos levantarme de la cama, me siento cansada, pero ya no soy como una ancianita.
En cambio, psicológicamente hablando, me siento débil, irritable, y bastante perdida.
Ya lo dije en una entrada anterior, pero cada día me siento más sola, incomprendida y fuera de lugar.
Es una soledad interior. Nada que ver con las grandes personas que tengo a mi lado.
Y esto solo lo pueden entender alguien que haya tenido cáncer. Entiendo a Mery del blog "Yo y mi linfoma" y a muchos como nosotras, que les ocurrió exactamente lo mismo que me está pasando a mí. Solo nos entendemos entre nosotros, enfermos y ex-enfermos.
Siento excluir a los demás, a las personas que han estado a mi lado, pero yo tampoco habría entendido nada de esto si no lo hubiera pasado. Porque alguien que no haya tenido cáncer podría decirme: "después de todo lo que has pasado..."
He pasado mucho, pero me sentía dentro de un ciclo, sentía que estaba mal físicamente, pero que eso me iba a servir para curarme, que era un sacrificio con recompensas.
Ahora no siento eso, siento que si estoy curada quiero que me lo digan ya, y si estoy todavía enferma que me lo digan YA. Impaciencia creo que se llama. Sensación de soledad, de ser una incomprendida y de impaciencia e impotencia.
Incomprendida porque nadie entiende mi mala leche ahora, nadie entiende mi tristeza ahora, y nadie entiende mis quejas ahora. Antes podía quejarme de todo y todo el mundo lo entendía, incluso la gente que no sabe lo que es que te den quimio.
Antes tenía razones para quejarme, ahora siento como si no las tuviera. Que después de seis meses con sabor a lejía en la boca y tres pelos en las cejas, soy una egoísta estúpida, quejándome ahora que no tengo náuseas y puedo caminar 5 kilómetros tranquilamente y sin parar, estando cada día más guapa. Y encima preocupándome por mi dieta y por perder 15 kilos.
Por si hay alguna duda, sigo siendo una persona feliz, el cáncer no ha cambiado y espero que no cambie eso, me sigo riendo muchísimo, pero hay días más tristes, más grises. Cuando me daban la quimio también los tenía, pero no tenía fuerzas para escribirlos. Ahora si las tengo. Y lo siento, menuda chapa os he soltado.